Este escrito tiene como único propósito explicar el motivo de mi mal humor y mi dificultad para ponerme manteca de cacao en los últimos 3 días.
Algunos eligen morderse las uñas, otros se las morfan como si fueran tic tacs, otros se rascan o se tocan alguna parte específica del cuerpo hasta masacrarla y no poder tocarla más por una semana. Yo, cuando me pongo nerviosa, me muerdo los labios.
"Te pego un tiro". Esa fue la única frase que logré descifrar de mi amigo el punga que nos venía fichando desde que subimos al subte. "Entonces, ¿por qué no te alejaste, boluda?"- porque hasta que no te están robando no te das cuenta de toda la seguidilla de hechos que antecedió al afano y que ahora cobra total sentido.
Me parecía que el pibe también había corrido como nosotras, precipitadamente, hacia la salida del subte, subiendo las escaleras a toda velocidad. La diferencia era que nosotras estabamos apuradas para llegar a nuestros respectivos destinos, y él estaba apurado porque nos quería chorear. Cuando ví que Dani, mi colega y amiga, no seguía mi ritmo de fumadora social-atleta que sube de dos en dos los escalones de Cabildo y Juramento para pisar lo más rápido posible la superficie terrestre, me dí vuelta para asegurarme de que estuviera ahí.
Mi amiga, una rubia bonita, con la mochila en su espalda y cara de "Y ahora ¿qué carajo hago?", si bien seguía avanzando por los escalones haciendo su mejor esfuerzo por correr, tenía al susodicho colgado de la mochila, como un mono que se aferra a su banana porque sabe que es la última que le queda.
Y yo, que toda mi vida dije y recontra dije que nunca iba a reaccionar como esas locas de mierda que les gritan a los chorros o les pegan con las carteras; yo que cada vez que escuchaba una de esas anécdotas pensaba: "Si a mí me pasa, le doy hasta la chabomba", yo que me considetaba una boluda primaveral (flor de boluda) a la hora de un robo, reaccioné.
Sí, así es. Con mi mejor vozarrón me dí vuelta y (mientras seguía corriendo hacia arriba) empecé: "PARÁ FLACO, ¿ESTÁS LOCO? ¡¡ESTÁ LLENO DE GENTE!!". Todas estas frases salieron de mi boca sin que mi diminuto cerebro procesara ninguna de ellas; wordvomit puro. Paralelamente, Dani corría y el pibe seguía agarrado de ella. El pibe, que probablemente se esperaba que mi amiga largara la mochila o el celular (según ella esto último era lo que le pedía), desapareció sin que ninguna de las dos pudiera ver cómo.
Al día siguiente Dani me contó que antes de salir rajando el chorro le gritó "Andá, tomate un taxi". Es decir que las personas que queremos volver del microcentro los días de semana tenemos que tomarnos un taxi para que no nos roben. Claro, ¡¡qué boludas!!..¿Cómo no nos dimos cuenta antes?...
No me desvío, sigo con el episodio. No fui consciente de lo que yo había hecho hasta que llegamos a la civilización (dos escalones más arriba) y me empezaron a temblar las patitas. Dani, la envidia de Fabián Gianola (en el desafío de la blancura, era la más blanca de las blancas). Nos miramos y seguimos corriendo hasta que, como buenas vírgenes de robo (raro en la city porteña hoy en día), encontramos un policía y le hicimos un informe pedorro y aburrido de lo que nos había pasado.
La historia concluye cuando Dani y yo nos separamos: ella se tomó el 168 y yo el 152, ambas al encuentro de nuestros machos-alfa para que hicieran un poco más amena la situación.
Allí, en esas cuarenta-cincuenti-pico de cuadras de recorrido fue cuando mi dentadura y mis labios se enlazaron en una interminable lucha: dientes 1, labios 0. Ese fue el resultado final de la riña. Mis nervios pudieron más, y así fue cuando a la mañana siguiente me encontré con el reflejo de una chica de 19 años con la mitad de un labio tipo salchicha de Moria Casán que parecía víctima de un botox de segunda mal aplicado. Ahí estaba él, mi eterno amigo, el que viene una vez al año y se gana más de una puteada por mi parte: el herpes.
Esta vez salió en el labio de arriba, original el hijo de puta. Parece un grano o un pedazo de comida, depende de quién lo mire. Después de un contraataque invasivo de Aciclovir durante unos cuantos pares de horas, ya casi se está yendo, pero supongo que volverá en un par de meses cuando atraviese otro episodio semi-nervioso en mi vida.
Conclusiones que saqué del episodio:
a. Sí, definitivamente soy una loca de mierda.
b. Tengo que cambiar mi hábito nervioso por otro menos nocivo y visible.
All I wanna do is (BANG BANG BANG BANG!)
And (KKKAAAA CHING!)
And take your money